Los Santeros de Aguada han iniciado la
temporada 2025 del BSN con serias dificultades ofensivas y sin lograr
capitalizar. Con marca de 0-3 tras sus primeros tres partidos, el
conjunto aguadeño ha mostrado esfuerzo y momentos competitivos, pero también
muchas lagunas en ejecución, estructura y toma de decisiones, el equipo aún no
encuentra su identidad en cancha. Derrotas ante Mayagüez (85-65), Bayamón
(62-58) y Manatí (89-86) reflejan un patrón: Aguada compite, pero no
concreta. Más allá de las derrotas, lo que más preocupa es la ofensiva
estancada, figuras claves fuera de ritmo.
El calendario no fue sencillo para Aguada,
enfrentando a Mayagüez, Bayamón y Manatí, en todos los juegos el equipo mostró
las mismas deficiencias: ofensiva ineficiente, poca generación desde el
perímetro, y decisiones cuestionables en momentos clave. En sus tres derrotas,
Aguada promedió apenas 69.7 puntos por partido, uno de los más bajo en
la liga hasta ahora. Lanzan para un pobre 38% de campo y 25% en
triples, con 6.7 triples anotados por encuentro, a pesar de intentar
casi 27 veces por juego desde esa zona. Es decir, el volumen está ahí, pero no
la ejecución. Colectivamente, el equipo tiene serias limitaciones ofensivas
como la eficiencia y la fluidez en la misma.
Desde la línea de tiros libres, Aguada lanza
para un aceptable 79%, consiguiendo 13.7 por juego. Además,
promedian 13.3 asistencias y 13.3 pérdidas, a nivel de rebotes, lo que
indica un ataque estático, predecible y con bajo grado de creación colectiva. Además,
capturan 33.3 por juego, una cifra adecuada, pero sin superioridad en la
pintura.
En el plano individual, el jugador más
destacado ha sido el pívot Nicholas Rakocevic, quien promedia 19.7
puntos y 9.0 rebotes con un sólido 53% en tiros de campo, siendo
hasta ahora el único Santero que ha mostrado consistencia en su producción
ofensiva. Ha sido confiable cerca del aro, pero muchas veces se ha visto
aislado en la ofensiva por falta de apoyo desde el perímetro. Además, su
impacto defensivo ha sido limitado, lo que ha obligado al equipo a sobre exigirlo
en minutos de cierre. Aunque está haciendo su trabajo en la pintura, su tiro
libre (64%) y su bajo impacto defensivo lo limitan.
El recién llegado importado Nathan Sobey
ha tenido un impacto ofensivo razonable con 17.0 puntos por juego, y ha
sido muy efectivo desde la línea de libres (92%), pero su eficiencia en tiros
de campo ha sido irregular (45% FG, 20% en triples). Aunque aporta 3.0
asistencias y 1.5 robos, su presencia no ha sido suficiente para transformar la
ofensiva del equipo, que sigue sin generar ventajas constantes desde la media
cancha. Su tasa de pérdidas (3.5 por juego) empañan su rendimiento. Sobey no ha
podido tomar control del equipo como organizador. Su combinación con Alex Abreu
ha lucido con poca sincronía.
En esa misma línea, John Holland uno de
los nombres de más peso en la plantilla, ha tenido un inicio frío. Promedia 10.3
puntos con 30% en tiros de campo y apenas 22% en triples, muy por debajo
del nivel que se espera de un ex NBA y estelar boricua. Además, su impacto en
otras áreas ha sido limitado, y el equipo lo necesita como generador secundario
y líder veterano. Si Holland no eleva su rendimiento, Aguada continuará
sufriendo en la ofensiva.
El armador Alex Abreu, que debía ser el
director de orquesta, también ha tenido un comienzo flojo. Con 6.0 puntos
por juego, 26% en tiros de campo y 18% en triples, además de apenas 4.7
asistencias, no está siendo el motor ofensivo que necesita este grupo. Su
conexión con Sobey no ha fluido, y su toma de decisiones ha sido irregular,
generando más pérdidas que oportunidades claras para sus compañeros.
Desde el banco, hay pocos destellos positivos. Leandro
Allende y Robiel Morales han tenido minutos con cierta productividad
(4.0 y 5.0 puntos respectivamente), pero sin cambiar el ritmo del juego. Giancarlo
Rosado ha sido eficiente en sus limitados tiros (67% FG), pero aún no
encuentra regularidad. Manuel Camper, Dimencio Vaughn y Harry
Sosa han tenido más minutos por necesidad que por impacto. Ninguno ha
logrado consolidarse en la rotación ni ayudar a subir la energía defensiva del
equipo.
Defensivamente, Aguada ha competido,
permitiendo 76.7 puntos por partido, pero el problema no está en cuántos
puntos reciben, sino en cuán poco producen. En el cierre ante Bayamón,
solo anotaron 58 puntos. En el duelo ante Manatí, desperdiciaron una remontada
con errores en la ejecución final. Falta liderazgo vocal, mejor comunicación
defensiva y una segunda línea que pueda sostener la intensidad sin que el
equipo caiga en baches ofensivos. En ofensiva, hay un serio problema de roles.
Holland, Abreu y Sobey a veces parecen competir por el control, sin que uno lo
asuma con claridad. Los tiradores no encuentran tiros abiertos de calidad, y el
equipo depende de que Rakocevic anote cerca del aro para mantenerse a flote.
Tácticamente, el equipo no tiene identidad. La
ofensiva es predecible, con poca movilidad y poca agresividad en transición. La
defensa mantiene al equipo en juego, pero si no logran mejorar en la generación
ofensiva, seguirán dependiendo de que los rivales tengan malos días para
mantenerse competitivos. La segunda mitad de los partidos ha sido
particularmente crítica, con Aguada cayendo en baches ofensivos de varios
minutos sin anotar.
El cuerpo técnico necesita hacer ajustes
urgentes para simplificar la ofensiva y permitir que los tiradores jueguen con
ritmo. Además, urge que Abreu recupere confianza y que Holland se reencuentre
con su nivel. En resumen, Aguada tiene talento en nombres, pero aún no tiene un
sistema que los conecte. Si figuras como Sobey, Holland y Abreu no se
sincronizan y asumen liderazgo, y si el cuerpo técnico no encuentra soluciones
desde el banquillo, los Santeros podrían quedarse rezagados en una liga que
cada vez premia más la ejecución sobre el potencial. La buena noticia para
Aguada es que han perdido dos de sus tres juegos por márgenes cerrados, y que
la temporada aún es joven. Pero si no corrigen pronto los errores y no
establecen roles más claros será difícil.
Por:JOSEAN RAMOS
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