El deporte puertorriqueño está de luto tras el fallecimiento de Ernesto Díaz González, considerado una de las voces más icónica en la historia del Baloncesto Superior Nacional (BSN) y una figura insustituible en la narración deportiva del país. A los 85 años, Díaz González murió tras enfrentar un diagnóstico de cáncer pancreático con metástasis en el hígado, apenas días después de haber sido hospitalizado. Su deceso marca el final de más de cinco décadas de trayectoria profesional en el micrófono, en las que no solo narró partidos de baloncesto y múltiples disciplinas, sino que también se convirtió en productor, gestor y dueño de equipos. Su huella trascendió las transmisiones para convertirse en parte de la cultura popular de Puerto Rico, inmortalizando frases como “Agua pa’ los gallos”, “Rico cha cha chá”, “Gulú, gulú y pa’ dentro” y la célebre “Y va a seguirrrr”, que por generaciones resonaron en canchas, radios y televisores de todo el país.
La carrera de Ernesto comenzó en 1972, y desde entonces se transformó en un ícono de las transmisiones del BSN y de la selección nacional de baloncesto, acompañando a los fanáticos en muchos momentos emocionantes y gloriosos del deporte boricua. Su pasión por la narración lo llevó a ser parte esencial de Juegos Olímpicos, eventos internacionales dándole oportunidad de narrar partidos históricos como el triunfo de Puerto Rico frente al equipo de baloncesto de Estados Unidos en Atenas 2004. Pero más allá de la narración, también dejó una huella profunda en el ámbito deportivo al convertirse en propietario de los Metros de San Juan en la Liga de Béisbol Profesional Roberto Clemente, donde le dio su primera oportunidad como dirigente a Max “Mako” Oliveras, quien conquistaría el primero de sus ocho campeonatos bajo su tutela. Además, produjo eventos de envergadura como CentroBasket en 1973 y 1981, fue parte clave en la producción del Mundial de Baloncesto FIBA 1974 en San Juan y hasta llevó al Coliseo Roberto Clemente la primera cartelera deportiva de su historia, apenas días después de la inauguración del recinto con un concierto de la Fania All-Stars.
El impacto de su partida se reflejó de inmediato en los mensajes de condolencias y reconocimiento de grandes figuras del deporte y la narración. Ricardo Dalmau, presidente del BSN, expresó su dolor y lo describió como uno de los narradores más prominentes de Puerto Rico y Latinoamérica. Yum Ramos, presidente de la Federación de Baloncesto de Puerto Rico, recalcó que su voz fue sinónimo de pasión y emoción en las canchas y que su legado será eterno. Exjugadores como José “Piculín” Ortiz lo catalogaron como un profesional extraordinario que no solo narraba, sino que engrandecía cada partido con su estilo único. Narradores y reporteros como Natalia Meléndez, Emilio Pérez, Ricardo Torres y Javier Sabath también compartieron mensajes emotivos, destacando que su ejemplo fue inspiración y escuela para todos los que hoy ocupan un micrófono.
Para quienes crecimos escuchándolo, su voz fue mucho más que un relato deportivo, fue que acompaño momentos importantes de nuestra infancia, juventud y madurez como fanáticos y profesionales. Su estilo, la creatividad de sus frases y la emoción que transmitía lo convirtieron en maestro para toda una generación. Muchos de los que hoy nos dedicamos a la narración nos inspiramos por él, intentando replicar ese respeto al deporte, conocimiento y pasión que caracterizó cada una de sus intervenciones. Nos enseñó que narrar no era solo contar lo que pasaba en la cancha, sino transformar cada jugada para atrapar al fanático y hacerlo sentir parte del momento. Gracias a él, generaciones enteras aprendimos que el micrófono es una responsabilidad con los fanáticos y el deporte, pero también una oportunidad para emocionar y dejar huella.
Su partida deja un vacío enorme, pero también un legado eterno que seguirá vivo en Puerto Rico. Díaz González no solo fue narrador, fue un símbolo cultural que unió a la nación alrededor del deporte. Su voz seguirá en la memoria colectiva, en las anécdotas de quienes lo conocieron y en los relatos de quienes crecimos inspirados por su grandeza. Hoy decimos adiós a una leyenda, pero también celebramos su vida y legado, convencidos de que su mítica frase “¡Y va a seguirrrr!” seguirá resonando. Hasta siempre, y gracias por todo lo que le diste al país desde el micrófono y desde el corazón.
Por:JOSEAN RAMOS
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